Cuando estoy bajo presión veo y pienso más claramente; ese estado de insatisfacción me hace reflexionar y decidir mejor. Me obliga a ser más calculador y frío, a reaccionar de manera arrebatada pero racional.
La presión y yo somos polos iguales. Tan pronto la siento, quiero huir de ella. Por eso trabajo bien cuando estoy presionado. Rápido, ya, no hay tiempo, me largo.
Mis últimos dos noviazgos terminaron porque me sentía presionado.